LA "REINTRODUCCIÓN” 

Autora: Montserrat Martínez Vila

Abrió los ojos, bostezó, y vió que era hora de salir de la madriguera. Había pasado los meses fríos de invierno durmiendo y le apetecía muchísimo un cambio.
Al salir estiró sus patas y al ver el Sol, pensó: ¡Qué hermoso es y qué calor tan agradable da!

La primavera había cambiado la vestimenta de la montaña cubriéndola con una hermosa alfombra verde repleta de flores de todos los colores y la osa, disfrutando de esa nueva estación, jugaba deslizándose por las zonas del monte carentes de árboles. En cada parada que hacía devoraba hierba, musgo, helechos y frutos silvestres. Como su estómago estaba vacío por el ayuno del  invierno, comió hasta hartarse.

-¡Hummm…qué bueno está todo… y qué bonito está el bosque!, se decía con satisfacción.

Iba de un lugar a otro comiendo, oliendo, mirando, gozaba  y todo le parecía bello y hermoso. Estuvo vagabundeando en solitario hasta que hacia finales de la primavera llegó a un río y allí se encontró con otros de su especie que estaban comiendo los salmones que suben río arriba para reproducirse. Entró en la corriente de agua justo en el momento en que saltaba delante de ella un hermoso salmón que fue a parar directo a su boca. Comió hasta saciarse.

-Estaban riquísimos, se dijo. Entonces vio que venía hacía ella un guapo oso que también estaba en el río.

-Cuando te he visto llegar, he pensado: ¡Qué osita tan bonita!, después de comer me acercaré a saludarla, le dijo él.

Ella agradeció el halago y con algo de rubor respondió ¡Ya he visto que me mirabas… tú también eres muy guapo!

Los corazones de ambos mamíferos empezaron a latir con fuerza y decidieron unirse. Jugaban, comían juntos, trepaban por los árboles en busca de frutas e insectos, deambulaban, y la vida les sonreía mostrándoles el lado más bello y hermoso.
Un día, mientras estaban experimentando el gozo de todo lo que ofrece la bella primavera, escucharon un ruido desconocido, cada vez más ensordecedor. Levantando la cabeza vieron como se dirigía hacía ellos un helicóptero. Los dos empezaron a correr, ella, llena de miedo, empezó a galopar tan velozmente que hubiera dejado atrás al mejor caballo de carreras, entonces oyó un disparo que le dejó algo clavado en la piel y, al poco tiempo, la osa empezó a tambalearse.

-¿Qué es esto? ¿Qué me está pasando? Se preguntó.

Finalmente cayó al suelo, mientras sus ojos se iban cerrando vio cómo se acercaba la camioneta de una patrulla terrestre, de allí bajó un grupo de hombres que empezaron a correr en dirección a ella.

-¡ALLÍ! ¡ALLÍ! Gritaba uno.

-¡HA CAÍDO! ¡HA CAÍDO! Gritaba otro.
-¡CUIDADO! ¡ID CON CUIDADO! Decía a gritos un tercero ¡NO LA TOQUÉIS HASTA ESTAR SEGUROS DE QUE SE HA DORMIDO!

Cuando despertó, se encontró dentro de una jaula camino hacía algún lugar.

-¿Adónde me llevan? Se preguntó con temor ¿Por qué estoy aquí adentro? ¿Qué me harán?

En aquellos momentos, la alegría, la belleza del lugar y de la hermosa primavera dejaron de existir para ella, en su mente sólo había espacio para la preocupación.
La camioneta paró en un bonito lugar de montaña. Cuando los hombres abrieron la jaula, la osa pasó por un pasadizo que la condujo a otra jaula aún mayor. Ella manifestó su disgusto agarrándose a los barrotes tratando de zarandearlos, entonces unos de los hombres le dijo con ternura -¡No te preocupes, no estarás mucho tiempo encerrada. Sólo queremos hacerte unas pruebas para saber cómo estás y te llevaremos a un nuevo destino que te gustará! ¡Tranquilízate! ¡No queremos hacerte ningún daño!

Aunque no entendió, el tono tierno del hombre la relajó algo, no obstante, no perdía de ojo a aquellos desconocidos, vigilaba todos sus movimientos dándose cuenta de que hablaban y estaban pendientes de ella.

 -¿Qué estarán diciendo? Se preguntaba ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué están tramando estos humanos?

Durante unos días le hicieron análisis y otras pruebas hasta que finalmente le colocaron un collar en el cuello. Cuando despertó volvió a encontrarse en una tercera jaula camino hacía otro lugar. El trayecto fue, muy, muy largo, demasiado para ella que estaba acostumbrada a vivir al aire libre y a moverse por donde quería.

Cuando pararon, el mismo hombre que anteriormente le había hablado se acercó diciéndole -¡Ya hemos llegado! ¡Espero que aquí seas muy feliz y tengas unos hijos tan guapos como tú!

Otros hombres que también iban en el camión bajaron la jaula, una vez en tierra, abrieron la puerta y la osa salió disparada hacía la montaña que tenía enfrente.

- No sé para qué me han puesto esto en el cuello, se dijo. No me gusta, aunque lo importante es que estoy libre.

Su nuevo hábitat le pareció tan bello como el anterior. Lo exploraba todo con gran curiosidad y, pasado un tiempo se habituó a su nuevo emplazamiento.
Un día de verano se encontró con un colmenar, como tenía hambre poco le importó que estuviera lleno de abejas.

-¡Hummm… qué buena está!, se decía. -¡Ay! ¡Malditas abejas! ¡Que picotazos me estáis dando! ¡Dejadme comer tranquila! ¡Ay, ay, ay! Mientras con una mano cogía la miel, con la otra intentaba en vano espantar a los insectos.

Un grupo de abejas no paraban de picotearla, una de ellas tomó la iniciativa diciendo ¡Vete a comer a otra parte! ¡Trabajamos mucho para que ahora vengas tú a comerte nuestra miel. El monte está lleno de frutas silvestres y hierbas! ¡Vete de aquí!

Sin hacer caso y entre ayes y huys la osa siguió comiendo hasta hartarse.

Los meses fueron pasando y llegó el frío invierno.
Mientras la osa preparaba su madriguera en el tronco hueco de un gran árbol muerto, con hojarasca, hierbas, y otras plantas para confeccionar su cama, en el pueblo cercano al monte un grupo de hombres, apicultores, cazadores de animales, buscadores de setas, ganaderos, vecinos y otros, estaban discutiendo en el ayuntamiento.

-¡Estoy harto de esa osa, se ha comido una de mis cabras! Dijo un ganadero.

-¡A mí me ha destrozado el colmenar…! Empezó diciendo un apicultor. -¡No sólo he perdido dinero, mi trabajo y el esfuerzo realizado no han valido de nada!

-¡Hay que hacer algo, no podemos seguir así! Añadió un tercero.

-¡Esta osa es una amenaza para todos. Yendo de caza hirió a uno de mis perros, por poco lo mata! Aseguró un cazador.

Entonces el alcalde del pueblo intervino diciendo -¡Estáis recibiendo compensaciones económicas por las perdidas que tenéis! ¿De qué os quejáis?

-¡Tardamos mucho en recibirlas! Dijo uno. -Además de eso, la osa es un peligro para todos nosotros. El pasado otoño fui a buscar setas y me la encontré de frente, cuando me vio se puso de pie enseñándome los dientes y las garras. ¡Menos mal que tenía el coche cerca y me pude refugiar en él! 

Un gran alboroto se levantó, todos hablaban al mismo tiempo diciendo cada uno la suya. Entre las voces se escuchó una que dijo ¡HAY QUE ECHARLA DE AQUÍ!

-¡NO! Gritó el alcalde -¡En la reunión que tuvimos con los biólogos y los guardas forestales, todos los miembros de este ayuntamiento estuvimos de acuerdo en reintroducir de nuevo a la osa en nuestras tierras y ahora no nos vamos a deshacer de ella!

-¡YO NO ESTOY DISPUESTO A PERDER MÁS ANIMALES! Gritó un hombre.

-¡NI YO! Gritaron otros.

-¡MIENTRAS ESTÉ ESTA OSA NO PODREMOS IR AL MONTE, ES UN PELIGRO! Gritó un vecino del pueblo.

-Lo que podemos hacer, siguió diciendo el alcalde, -es ir en su busca y tratar de que suba más arriba de la montaña, a ver si de esta manera se mantiene alejada del ganado y del pueblo.

-¿Y cómo se hará esto? Preguntó uno.
-Se me ocurren dos posibilidades, dijo el alcalde. -Una es asustándola con tiros al aire, y la otra, es trasladándola con un helicóptero. Yo soy más partidario de esta segunda opción. Aunque antes de hacer nada hay que hablar de nuevo con los biólogos y los guardas forestales para que nos aconsejen.  

Mientras los hombres seguían discutiendo, la osa, ajena a todo lo que estaba pasando en el ayuntamiento, se sentía muy feliz, inmensamente feliz, esperaba sus primeros cachorros que nacerían mientras ella estuviera disfrutando de su sueño invernal. La nieve taparía la entrada de la osera y, de esta manera, ella y sus cachorros quedarían protegidos. Con ilusión pensaba: -A medida que mis hijos vayan creciendo les contaré lo alto y guapo que es su padre. Tuve mucha suerte de que él se fijara en mí, así mis hijos también serán muy guapos.

Pasados unos días, en el monte, un biólogo y un guarda forestal buscaban a la osa.

-¡El collar no emite señales! Dijo el biólogo.

-O se ha estropeado, o ella ya está hibernando, respondió el guarda.

Durante una semana estuvieron buscándola sin resultado alguno y concluyeron que estaría aletargada en su guarida. En la próxima primavera reanudarían la búsqueda.

Y llegó el hermoso y ansiado mes de mayo, el mes de las flores. Los pájaros cantaban con energía. Las hierbas del campo florecían con hermosura exhibiendo toda la escala de colores. El aire era ligeramente refrescante. En ese agradable ambiente la osa sacó la cabeza de su cueva arborícola cerrando y abriendo los ojos intermitentemente cegada por los rayos del astro rey.

-¡Qué maravilla de día…! Dijo -¡Mirad hijitos en qué lugar tan bello vivimos!

Los cachorros sacaron la cabeza y contemplaron su entorno. Habían pasado los meses fríos dentro de un pequeño hueco y aquella primera mirada al exterior fue enormemente grata. Mamá osa pensó que sus pequeñuelos debían empezar las lecciones fuera de la guarida.

 -¡Vamos a dar una vuelta! Les dijo -¡Andaremos y veremos muchas cosas bonitas!

Le apetecían los frutos que el bosque ofrece en esa época del año y fue en busca de ellos. Había que recuperar fuerzas y más ahora que tenía dos oseznos a los que amamantar. Encontró una zona llena de frutos silvestres que no tardó en quedar vacía después que ella hubo pasado por allí. Siguió buscando y comiendo frutos y hierbas hasta quedar satisfecha. Después de comer la osa se tumbó y sus dos pequeños se acercaron con ansia, ellos también tenían hambre. 

Una vez hubieron mamado, uno de los ositos preguntó: -mamá, ¿Qué es ese ruido que oímos?

-¡Es el sonido de un río que está cerca de aquí! Respondió ella.

-¿Qué es un río? Preguntó el otro.

-Es una corriente de agua que desemboca en el mar o en un lago, pero como no entenderéis lo que mamá os está diciendo, mejor nos acercamos y lo vemos.

Cuando llegaron, los ositos quedaron maravillados -¡Oooh…qué bonito! Dijeron.

-Mamá, ¿Qué es esto que se mueve dentro del agua? Preguntó uno de ellos.

-Son truchas, empezó diciendo ella. -Las truchas son peces que viven en los ríos y su carne es riquísima.

-¡Andaaa, cuantas hay! Asombrado afirmó el otro.

Los pequeños intentaban cogerlas sin obtener resultados. Los avispados peces se aprovechaban de la inexperiencia de los cachorros, para escapar por todos lados. Ellos disfrutaban y reían viendo saltar las truchas, y mamá osa se sentía inmensamente feliz observando a sus amados ositos.

El día fue pasando entre juegos, comidas, descansos y caminatas. Atardecía, cuando la osa señalando hacia una montaña no muy lejana, explicó a sus hijitos -¡Mirad, el astro rey se está despidiendo por hoy, fijaos que colores tan bonitos le acompañan: el amarillo, naranja, rosa, y azul!   

Extasiados, estuvieron mirando aquel maravilloso espectáculo hasta que los colores se fueron desvaneciendo dejando paso a la belleza de la noche.

Indicando hacia arriba, mamá osa siguió diciendo. -Todos esos puntitos brillantes son estrellas, como el Sol que nos ha alumbrado durante el día. Allí está la Luna, dentro de unos días la veremos entera y redonda. Aquel punto brillante es la Estrella Polar, señala el Norte. Bueno, hijos, ya es hora de irnos a dormir, mañana continuaremos.

-¡Mamá, todo es muy bonito! Exclamó uno de los pequeños.

-¡Si hijo, todo es muy bonito! Ratificó ella.

-¡Mamá, te quiero mucho! Añadió el otro.

Abrazando a sus hijitos, la osa agregó -¡Yo también os quiero muchísimo! 

A la mañana siguiente, mientras mamá osa buscaba hierbas para comer y sus oseznos jugaban y se revolcaban por el suelo, se oyeron varios disparos. La osa se giró en dirección a sus hijos y empezó a correr, los pequeños la seguían sin entender qué estaba pasando…

Como esto es un cuento lo acabaremos diciendo que los osos buscaron refugio en otro lugar de montaña lejos de allí, y vivieron, muy, muy felices.

Los pueblos que han acordado reintroducir especies que desde hace años han desaparecido de esos lugares, ¿encontrarán una solución que permita a personas y a animales una convivencia sin problemas?

ANIMALHELP.ES